La falta de agua compromete protocolos mínimos de higiene para prevenir el covid-19

Paola Flores contó que desde hace 115 días su familia no tiene agua potable y la compran en camiones cisterna, para mitigar la escasez también adquieren el servicio con empresas purificadoras que venden garrafones el agua y no solo la utilizan para beber también para bañarse, limpiar la casa, entre otros.


Su estilo de vida cambió desde principios de enero pasado, ya que, ahora limitan su consumo de agua, redistribuyen sus actividades higiénicas que tienen mayor prioridad como cepillarse los dientes, bañarse, lavar la ropa –muchas veces en otras casas, donde sí tienen agua–, o también lavar los trastes que utilizan para cocinar o comer.


Aunque lavarse las manos y darse un baño después de regresar de la calle hacia su casa, sean algunos de los consejo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para prevenir el contagio de la pandemia, para estos vecinos resulta inútil, ya que por un tonel de agua pagan hasta Q40 o esperan hasta diez días para que la comuna de Santa Catarina les reparta agua desde camiones cisterna.
Desde el pasado lunes 16 de marzo, el país disminuyó su actividad social y comercial luego que el presidente Alejandro Giammattei confirmó que existían varios caos en el país del covid19. En El Carmen no hay mascarillas, ni alcohol en gel, aunque sí les preocupa el nuevo coronavirus, pero siguen con sus mismas rutinas.


“Nosotros debemos decidir entre lavarnos las manos, tomar agua, bañarnos o lavar nuestra ropa. No imaginamos llegar a este punto en una emergencia como el nuevo coronavirus, pero ahora lo estamos viviendo y estamos expuestos con la pandemia y la escasez de agua”, lamentó Dora Garnilla, vecina del lugar.
Arturo Sánchez López, especialista en enfermedades infecciosas, advirtió que, aunque la epidemia cambió del dengue al posible repunte del nuevo coronavirus en el país, la escasez de agua no y tampoco el estancamiento del líquido que produce criaderos de zika, chikungunya, entre otros.


Sánchez López añadió que el suministro del agua sigue siendo una problemática, ahora los hijos y los nietos de la generación que padecieron el brote del cólera en 1993, padecen también los problemas de la falta del servicio básico para lavarse las manos y evitar el contagio del covid-19.
Además, el epidemiólogo reflexionó que, de esta crisis sanitaria, las personas deben aprender cual es el uso correcto del lavado de manos para evitar otras enfermedades.


Vecinos “malintencionados”

Greisy Bustamante, vecina de Paola, explicó que un tonel de agua (el recipiente promedio tiene 190 a 225 litros) le debe alcanzar para una semana y lo racionaliza para que pueda ser utilizado para bañarse ella, su esposo y sus hijos.
La pila y los recipientes de Bustamante están vacíos y esperan que por las tardes un distribuidor llegue a vender agua, eso si logra entrar a la comunidad antes del toque de queda, de lo contrario tendrá agua hasta siguiente día.
“No sabemos qué pasó, pero el agua en las tuberías dejó de venir desde enero cuando asumió el nuevo alcalde. Las autoridades dicen que está situación viene desde hace 20 años, pero no es cierto. El año pasado teníamos agua y ahora no, no viene ni porque estamos en riesgo por la pandemia del coronavirus, ni así nos dan agua”, reclamó Bustamante.


Arturo Sánchez López, especialista en enfermedades infecciosas, advirtió que, aunque la epidemia cambió del dengue al posible repunte del nuevo coronavirus en el país, la escasez de agua no y tampoco el estancamiento del líquido que produce criaderos de zika, chikungunya, entre otros.
Sánchez López añadió que el suministro del agua sigue siendo una problemática, ahora los hijos y los nietos de la generación que padecieron el brote del cólera en 1993, padecen también los problemas de la falta del servicio básico para lavarse las manos y evitar el contagio del covid-19.
Además, el epidemiólogo reflexionó que, de esta crisis sanitaria, las personas deben aprender cual es el uso correcto del lavado de manos para evitar otras enfermedades.

Vecinos “malintencionados”

Greisy Bustamante, vecina de Paola, explicó que un tonel de agua (el recipiente promedio tiene 190 a 225 litros) le debe alcanzar para una semana y lo racionaliza para que pueda ser utilizado para bañarse ella, su esposo y sus hijos.
La pila y los recipientes de Bustamante están vacíos y esperan que por las tardes un distribuidor llegue a vender agua, eso si logra entrar a la comunidad antes del toque de queda, de lo contrario tendrá agua hasta siguiente día.
“No sabemos qué pasó, pero el agua en las tuberías dejó de venir desde enero cuando asumió el nuevo alcalde. Las autoridades dicen que está situación viene desde hace 20 años, pero no es cierto. El año pasado teníamos agua y ahora no, no viene ni porque estamos en riesgo por la pandemia del coronavirus, ni así nos dan agua”, reclamó Bustamante.

Lavado correcto de manos

Para María José Iturbide Flores, directora ejecutiva de Funcagua, explicó que la escasez del agua en Guatemala se debe a que el servicio municipal no se da basto, por las perforaciones de pozos privados sin control, entre otros.
Iturbide propone como alternativa para las personas que no tienen agua en sus casas, lavarse con alcohol en gel y tomar las medidas necesarias, ya que son lugares donde hay escasez y además es la estación de verano.
Además, añadió que las personas tienen que hacer un lavado correcto de manos y pueden utilizar hasta dos litros de agua mientras lo hacen, ya que toman una palangana con agua para enjabonarse las manos y con otra pueden desaguarse.


“Una persona puede enjabonarse las manos con el chorro cerrado y no abierto, porque en un minuto que la llave esté abierta son 20 litros de agua que se desperdician, cuando no se utiliza”, agregó Iturbide.
Mientras que, Juan Carlos Rosito, director del Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente (IARNA) de la Universidad Rafael Landívar, coincidió con Iturbide de que, una persona utiliza al menos dos litros de agua para lavarse las manos y la cara. Además, agregó que sí hace por lo menos cinco veces al día el lavada de manos serían 10 litros y dos más por el lavado de cara, lo que podría significar 360 litros de agua durante un mes de 30 días.
“En promedio cada hogar tiene cinco personas. Entonces, si lo multiplicamos por 360, una familia podría consumir 1 mil 800 litros para seguir las recomendaciones y evitar el contagio del covid-19”, añadió Rosito.

La falta l agua también es padecida en colonias de la zona 18. Ya que, desde febrero pasado, las familias del anexo a El Rosario no tienen agua entubada.
“Dejo abierta la llave del chorro esperanzada que un día caiga agua, pasaron 12 días y nada. Igual el recibo del agua me vino por Q80 y quizá sea porque dejé abierta la llave y el aire movió la aguja del contador; es eso o no darme cuenta cuando caiga agua”, relató María Teresa Arias, vecina del lugar
Un tonel de agua para Arias cuesta Q10 y lo puede comprar una o dos veces por semana. Su familia dejó de cambiar ropa con frecuencia por la escasez del agua.
Arias contó que labora como empelada doméstica, pero por las restricciones impuestas por el gobierno para evitar el contagio del covid-19 perdió su empleo. “No tengo dinero para comprar jabón, menos en alcohol de gel ese que recomendaron. A mis hijos les lavo las manos con jabón detergente para ropa y ojalá eso nos libre del virus”, lamentó la ama de casa.

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