Hoy en día, existe un buen
número de iglesias evangélicas, algunas que van con la filosofía de las
sociedades de hoy, del consumismo y materialismo por delante, del
“tener” antes que el “ser” donde promueven la prosperidad y ganarse el
cielo de una forma totalmente equivocada. Adoran a Dios y joden al
vecino. “Amar a Dios se resume en amar al prójimo”.
“Pastores” que buscan un
jugoso negocio aprovechándose de la fe y problemas emocionales y
espirituales de las personas. Se ha predicado a un Dios falso, al padre
que quiere que su hijo sea próspero, haciendo creer que esa prosperidad
se basa principalmente en el éxito material y conseguido de la noche a
la mañana. Sabemos que la prosperidad es lograr una condición de
bienestar integral, con base espiritual y material de largo plazo, que
con un actuar basado en principios y valores de vida, traerán un
bienestar total.
La prosperidad se logra con
esfuerzo y trabajo en el largo plazo, desarrollando el éxito basado en
valores. Las riquezas generadas en el corto plazo, por negocios o sea
por lo que fuere, no hacen a una persona próspera. Los negocios y
placeres cortoplacistas, generalmente generan más infelicidad y
problemas, y regularmente no tienen un final feliz. Como ley de vida
indiscutible podemos decir que el que da recibe, pero el tiempo de
nosotros no es el tiempo de Dios y podemos “dar” y actuar como Dios
manda, pero la recompensa, el “recibir” no llegará necesariamente cuando
la necesitamos.
Desafortunadamente las
personas buscan cambios radicales para salir de problemas en sus vidas,
adicciones, abusos de alcohol, drogas y conflictos personales, problemas
y pérdidas de seres queridos y buscan en estas iglesias lo que no ven
en la Iglesia católica, como una solución y la apertura para ello con
personajes que los atraen cual vendedores de tiempo compartido. También
existe mucha ignorancia en los temas espirituales y muchas personas
necesitan que les hablen bonito para llenar su vacío interno, otros
buscando rápidamente la famosa prosperidad a través de una carrera
rápida en la fe para satisfacer su materialismo. Aquí nos referimos a
los vendedores de cielos falsos.
Estas iglesias tienen como objetivo el crecimiento para ganar poder y riqueza, mientras más
hermanos asistan a la iglesia y paguen su “diezmo” más creceremos, y al
final para los pastores representa el justo pago al llamado de Dios. He
visto el caso de un pastor que desde sus inicios hace ya muchos años,
cuando caminaba en lugares públicos, despedía ínfulas de grandeza,
prepotencia y soberbia, exigiendo favores, cuando lo que Dios quiere en
sus hijos es humildad y sencillez. No entiendo cómo algunas personas
cuando lo veían llegar a algún lugar corrían y a falta de ponerse de
alfombra te dejaban hablando solo, porque llegaba el “Gran Pastor” como
que fuera “Dios”. A mi criterio, es parte de la ignorancia y falta de
conocimiento y dirección espiritual de mucha gente.
No hay que generalizar porque
también los hay hombres de Dios, pero hemos visto pastores como
individuos prepotentes, soberbios, arrogantes y ostentosos que llegan a
creerse Dios y que están muy lejos de ser el líder espiritual que Dios y
el mundo quieren y necesitan. Si vemos las grandes carencias materiales
y pobreza que existen en nuestras sociedades, ¿cómo es posible que una
Iglesia promueva la llegada de un pastor extranjero para realizar un
mitin con sus seguidores a través de grandes vallas publicitarias de
costos millonarios en toda la ciudad? Como si fuera una pelea de box
para ver quién es el mejor. Bueno, afirman que “el diezmo da para eso”
claro, y algún hermano paga su diezmo y deja de comer hoy…
¿Dónde está el principio de
la iglesia de Dios? ¿Es eso lo que Dios quiere? Y la gente muriéndose de
hambre. Definitivamente, no estoy de acuerdo y creo que no va con Dios.
Por eso personalmente, y por principio muy de fondo, aunque no soy
religioso fanático, siempre seré fiel seguidor de la Santa Iglesia
Católica y Apostólica a pesar de sus debilidades que le han hecho perder
un buen número de fieles seguidores…
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