Originario de Tojcheche, San Marcos, el adolescente de 15 años migró
a San Pedro Sacatepéquez para ganarse la vida. “En mi comunidad no
existe instituto de educación básica y para llegar a la población donde
hay me cuesta Q6 el pasaje diario y dónde voy a conseguir ese dinero
para ir a estudiar”, refiere el joven, que ahora porta su caja de
lustre.
Abandono
La historia de Álvaro no es muy distinta de la de miles de
adolescentes que han tenido que dejar los estudios para ayudar a sus
padres. Un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
señala que del total de estudiantes que ingresan al sistema educativo
solo permanece el 61.5%, lo cual significa que más del 38% abandona los
estudios en primaria. En secundaria permanece un 69.2% y el resto
deserta.
Marcelino, también de 15 años y quien vive en la aldea La
Independencia, San Marcos, relata que hace un año dejó de estudiar.
“Donde nací no hay oportunidades, el futuro está en cortar caña, sembrar
tabaco o trabajar en Chiapas”, dice. Agrega que de su aldea a la
cabecera municipal necesita Q4 diarios para ir a estudiar. “Aquí se gana
Q20 por jornal y somos seis hermanos, y entonces el consejo que me
dieron mis padres fue trabajar”, afirma.
En Sololá la situación es parecida. Unos 40 estudiantes de la
comunidad Chuimanzana deben caminar cinco kilómetros para asistir al
plantel de educación básica. Isidra Orozco, alcaldesa comunitaria,
señala que no han podido construir un instituto por falta de terreno y
la pobreza de la población no permite que colaboren con dinero.
Byron Jerónimo Enríquez, del Consejo Comunitario de la aldea
Ixcanal, San Agustín Acasaguastlán, El Progreso, indica que los niños de
escasos recursos dejan de estudiar porque el plantel les queda muy
lejos de su casa, tienen que dedicarse a las tareas del hogar o deben
trabajar.
Ese es el caso de Eduardo, de 15 años, quien ya no pudo
estudiar porque su padre, quien migró a EE. UU., dejó de enviar dinero y
él tuvo que trabajar para ayudar a su madre.
La apertura de la Escuela Adentro, de Ricardo Arjona, ha permitido una mayor cobertura educativa en esa región.
costo económico.
Padres de familia de La Tortuga, Retalhuleu, dicen que hacen
esfuerzos para que sus hijos terminen sexto primaria, pero cuando
tienen que ir a básicos lo piensan mucho, por el costo económico. En
esa localidad solo funciona un instituto por cooperativa cuyo pago
mensual es de Q40 algo que no pueden pagar. Otros tienen que viajar
cinco kilómetros para asistir a un instituto público, pero la distancia
es un obstáculo, porque no pueden pagar el pasaje diario.
En Baja Verapaz, Óscar Bin, de 12 años, cuenta que no puede
estudiar porque debe llevar dinero a su casa. En el corte de tomate le
pagan Q35 al día cuando es tiempo de cosecha, que es una semana por mes y
eso ayuda a su familia a sobrevivir.
*Por A. Marroquín, R. Miranda, E. Sáenz, H. Contreras y C. Grave
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