Lo que a Dulce y Ángel más se les quedó grabado en su travesía al norte,
cuando el 7 de junio emigraron de su natal Acatenango, Guatemala, fue
cuando cruzaron el par de ríos, uno para llegar a México y otro para
pisar Estados Unidos.
Pero lo que parece haber traumatizado más a estos dos niños,
de 7 y 10 años de edad respectivamente, fueron los cinco días que
pasaron en el centro de detención de inmigración (ICE) en McAllen,
Texas.Al lugar donde los recluyeron le llaman "La Hielera" por el
intenso frío en que los mantienen, contaron Dulce y Ángel, quienes son
hermanos.
"Dormíamos en el suelo, hacía mucho frío, cabal, nos
juntábamos para no sentir tanto frío, yo a cada rato me enfermaba,
sentía asco y me salieron ronchas", comentó Ángel.Este par de
niños migrantes contaron que los oficiales de inmigración portaban armas
largas y en una ocasión, cuando quiso escapar uno de los 200 menores
detenidos con los que estaba, un agente de inmigración lo tomó del pecho
y le gritó para regañarlo.
"Una vez uno de ellos sacó su pistola,
de esas eléctricas, y la disparó para amenazarnos", dijo el niño.
"Todos nos asustamos porque vimos las chispas".Su madre contó que los niños ya no pueden dormir con la luz apagada y que cada vez que sienten frío sacan a relucir aquellos días en la cárcel de ICE.
Cuando cruzaron el río Bravo, recordó Dulce, sintió mucho miedo porque no sabe nadar y la balsa parecía que se iba a hundir porque había muchos remolinos.
Al cruzar el río, Dulce y Ángel fueron detenidos cuando se escondían en unos matorrales."Uno
de los oficiales que nos detuvo me dijo que era muy peligroso lo que
habíamos hecho, porque hacía poco encontraron a un niño muerto, todo
despedazado, me dijo que los coyotes se lo habían comido, pero no los
coyotes que son gente, sino los animales", mencionó Ángel.
De su natal Acatenango, una comunidad de aproximadamente 20 mil habitantes, Dulce y Ángel recuerdan más las historias de muerte y parecen estar familiarizados con los crímenes que cometen las maras."A
mi tío Adelso lo mataron de ocho balazos...
A mi abuelo le robaron el
dinero que guardaba en sus botas... Al hijo de doña Cruz le pelaron las
uñas cuando lo mataron... Los de la MS y la 18 asaltan los buses...",
dijeron estos niños que son parte de los 63 mil menores migrantes que han llegado a Estados Unidos procedentes de Guatemala, El Salvador y Honduras en los últimos 10 meses.
Dulce y Ángel
viven en el condado de San Bernardino con sus padres, a quienes no
venían hace más de cuatro años, y aunque no saben inglés, ya están
estudiando porque ella quiere ser doctora o maestra, y él arquitecto o
policía.
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