La denominada “Ley Monsanto” garantiza la exclusividad de derechos de
propiedad intelectual aplicado a semillas. Concede las patentes a
personas individuales o jurídicas nacionales e internacionales, de
cualquier país miembro de la Unión Internacional parala Protección de
las Obtenciones Vegetales (UPOV), las cuales podrán apropiarse del
patrimonio genético tangible e intangible.
Una transnacional como Monsanto –que maneja alrededor del 60 por
ciento del mercado global- podría adueñarse de los códigos genéticos de
las variedades locales, tales como maíz y frijol. Luego, se necesitaría
su atorización (comprarle) para plantar esas semillas, bajo amenaza de
criminalización, multa e incluso privación de la libertad.
“La ley responde a los intereses de la clase empresarial neoliberal,
beneficiaria de las empresas transnacionales de semillas tales como
Monsanto, Duwest, Dupont, Syngenta y Bayer”, denunció la Alianza
Nacional para la Protección de la Biodiversidad de Guatemala.
La exclusividad se aplicará inicialmente a 15 géneros o especies
vegetales enumeradas en el reglamento, pero un plazo de diez años puede
ampliarse a todos los géneros advirtió la periodista Magalí Rey Rosa
desde su columna en Prensa Libre.
La ley nació como una obligatoriedad del Estado de Guatemala
por los compromisos asumidos en el Tratado de Libre Comercio (TLC)
Guatemala- Estados Unidos en el 2005. En el capítulo 15,
artículo 15.5, se pauta garantizar la existencia de un sistemade
protección del derecho de los obtentores de variedades vegetales como un
derecho de propiedad intelectual, que debería ser asumido por el
Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación.
Guatemala ratificó en el 2006 el Convenio UPOV, organización
promovida por las empresas transnacionales que producen y comercian
semillas transgènicas, precisó el Ingreniero agrónomo guatemalteco
Samuel Reyes Gómez. Entre ellas las ya mencionadas: Monsanto, Bayer,
Dupont y Syngenta.
Las patentes se cruzan en el debate acerca de las semillas
transgénicas, que tras denuncias de graves daños a la salud y medio
ambiente, amenazan destruir las pequeñas y medianas producciones, a la
vez que la soberanía alimentaria.
“El peligro más serio que se avizora es el económico,
pues la tecnología de los transgénicos está en manos de pocas
megaempresas, quienes tienen las patentes de las semillas y a las que
obligadamente en el futuro se les tendrá que comprar, por lo que en
ciertos cultivos tendremos dependencia hacia un proveedor de semilla
mejorada”, advirtió Reyes Gómez antes de que se apruebe la norma.
“De acuerdo a esta ley los derechos de obtentor son prioritarios al
derecho de los Pueblos al uso libre de las semillas (…) Es un ataque
directo a los conocimientos ancestrales, a la biodiversidad, a la vida, a
la cultura, a la economía campesina, a la cosmovisión de los Pueblos, a
la soberanía alimentaria”, sostuvo la Alianza para la Protección de la Biodiversidad.
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